RESEÑA DEL 13º
TOUR PULQUERO: EL REY DEL VALOR
Por:
Paul Jiménez Báez[1]
y Rodrigo García
Fotos:
Diego A. Mata y Paul Jiménez
Colectivo el Tinacal, Pulque Nuestro, Pulquimia y Proyecto Óxido, hicieron de las suyas
nuevamente al organizar el primer tour pulquero del año 2013 por los rumbos del
popular barrio de Tacubaya.
En esta ocasión, tuvo lugar a
celebrarse el día sábado 16 de febrero, donde se visitaron tres pulquerías:
- La Gloria (Sóstenes Rocha, esq. Barranquilla, col. Daniel Garza,
delg. Miguel Hidalgo)
- La Gloria
(Camino Real a Toluca, esq. Ruiseñor, col. Bellavista, delg. Álvaro Obregón)
- Las 4 milpas (Antigua vía a la Venta esq. Michoacanos, col. Isidro Fabela, delg.
Álvaro Obregón)
Daban las 11am de la
mañana y en la estación del metro Constituyentes se comenzaban a congregar
personas ya conocidas, además, de otras que visitaban el tour por primera vez.[2]
Una buena cantidad de neutlenautas se dejó llegar para saborear de ese manjar
digno de dioses. Mientras Rodrigo AKA el
cancerbero de la experiencia,[3]
se adelantó a la primera pulquería a visitar, para supervisar que todo
estuviera en óptimas condiciones para recibir a nuestros invitados.
A los 25 minutos
después de la hora, nos dispusimos a salir de las tremendas profundidades del
la línea 7, tal y como lo hicimos en el tour pasado (que fue en la zona de la Pensil ). De hecho, unas
tomas muy similares de la gente ascendiendo de las escaleras eléctricas se
pudieron tomar. Una vez en la entrada del metro, Ulises Ortega AKA el gurú de la tomadera, nos compartió
datos históricos sobre la zona de Tacubaya, destacando las batallas y la
toponimia. Yo me limité a agregar otros significados de Tacubaya, así como
reflexionar sobre la construcción de la zona y ampliación urbana mediante ejes
viales y segundos pisos, que además de comunicar, también sirven para marginar
a las zonas populares.
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Salimos del metro y
la colonia Daniel Garza en su sector “ampliación” nos recibía con un poco de
frío. Mientras nos dirigíamos a La
Gloria , pasamos por la casa-taller del arquitecto Luis
Barragán. Hicimos una pequeña escala en dicho inmueble que es la única
“casa-habitación” en América Latina con el título de patrimonio de la
humanidad. Ángel Alemán AKA el sensei de
amor, dio una breve explicación del inmueble que por fuera luce descuidado.
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Después de caminar unos
cuantos metros, llegamos al periférico con su segundo piso y triste color gris
que combinaba con el cielo. Nuestro primer destino se encontraba del otro lado
del peligroso arroyo vehicular. Cruzamos de manera temeraria mediante un puente
hechizo. Más de uno pensó que se podía desbaratar en cualquier momento. Parecía
incluso que quienes construyeron el puente se burlaban de nosotros, lo comento
por el letrero con la leyenda “PRECAUCIÓN. Use el pasamanos al subir o bajar
por las escaleras”, y ¡ningún pasamanos había!
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Incluso, se rescató
un celular que había caído. El contingente de sedientos asistentes pulqueros,
se detuvo por unos minutos, pero la operación del rescate del teléfono, fue
exitosa. Mientras caminábamos por la calle que nos lleva justo a la esquina
donde se encuentra La Gloria ,
dos caras conocidas se asomaban por las puertas de vaivén de la pulquería:
Rodrigo y Lalo AKA el hombre más guapo
del Perú.
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En la primer
pulquería la jicarera, conocida por el rumbo como la “Pájara”, nos esperaba con un sorprendente menú de
curados: vino tinto-clericot (que nos advirtió, tenía un poco de Bacardí),
pepino y mamey. Todo traído desde Apan, Hidalgo. El natural francamente no era espectacular,
pero saciaba las tremendas ganas de octli. De repente una figura conocida
atravesó el departamento de mujeres en uso para traer el primero de
innumerables –como los centzontotochtli– guisados: Don Ramón Moyeda, quien
además es propietario de De Puro Vacilón.
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Cual niño rata, fui
por las papas enchiladas[4]
y luego por las migas, mientras Rodrigo por las tortillas. Nos expropiamos la olla
para colocarla en la mesa que está en la segunda pieza de la pulquería. Los
asistentes no pudieron resistir a probar dichos platillos que dicho sea paso, se
llevan muy bien con el pulque. Probé las migas por primera vez en la vida.
A pesar de que no
hay rocola en esta pulquería, la convivencia no se vio mermada en ningún
momento. Aprovechando que la música no podía interrumpir las palabras, se armó
un momento de convivencia íntima entre todos los asistentes. Me explico: se
invitó a las personas a comentar sobre sus experiencias con el pulque y demás.
Como es bien sabido, muchos asistentes jóvenes tuvieron su primer acercamiento
con el pulque gracias a sus abuelos. Dicha afirmación, sirvió para que Nelly
comentara sobre la “generación perdida” de nuestros padres en los asuntos
pulqueros. Una asistente, amiga de Ulises, señaló algo por demás importante: el
hecho de que también se debe considerar la parte negativa del pulque y la
pulquería, es decir, los problemas de su abuso y los problemas sociales y
familiares que puede generar. Sin embargo, dicho comentario donde – digamos –
se hace alusión a “la parte oscura” del pulque, me motivó a realizar una
reflexión ante la atención de la concurrencia: “Yo creo que lo importante aquí es
tener muy clara la diferencia entre el uso y el abuso del alcohol, entre el
estilo de vida y la enfermedad”. Desatándose los aplausos de la gente.
Dicho momento de
conocernos y platicar entre los asistentes, hacía varios tours que no se
realizaba por dos motivos: la música, el ruido y la algarabía no lo permitían;
aunado al número de asistentes. No es que en este tour no hayan ido muchas
personas (entre 45 y 60 aproximadamente), simplemente ayudó mucho que no haya
habido mucho ruido. Después Don Ramón se permitió un momento con nosotros y nos
platicó sobre su historia en el mundo del pulque. Sobre las pulquerías que
tuvo. Sobre el interesante caso de la pulquería El Gran Tecolote – que por
cierto hay una especie de maqueta de dicha pulquería detrás de la barra de La Gloria – que sirvió para que una niña perdida pudiera
regresar a su casa en los rumbos de avenida Tláhuac, ya que ella refería vivir
donde estaba el tecolote…
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El tiempo avanzaba y
teníamos que ir hacia nuestra segunda pulquería también llamada La Gloria en la colonia
Bellavista. Agradecimos la atención del personal de la pulquería, no sin antes
solicitar que saliera a tomarse la foto del recuerdo, “pal Facebook”.
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Don Ramón invitó
pulque a parte del tour, quienes llegaron poco después a la segunda pulquería. Al
final, todos salimos muy contentos de
esta primera estancia, con la esperanza de que todavía por un largo tiempo esta
pulquería pueda seguir ofreciendo sus servicios a quien así lo requiera.
A pie, nos dirigimos
hacia avenida Observatorio. Pasamos justo donde ocurrió la mítica pelea de “Los
Panchitos” en la película del mismo nombre, para después adentrarnos entre las
calles de la colonia hacia el inmueble con la particular fachada de azulejos.
Cuenta la gente que
acá en Bellavista, hace algún tiempo, podías caerle con suma facilidad a El
Infierno, con tan sólo caminar algunos pasos más, llegar a El Purgatorio y, terminar sin problemas tu trayecto, siendo
recibido en La Gloria. Tres de las
muchas pulquerías que existieron por estos rumbos. Sin embargo, las cosas han
cambiado… La única pulquería que ha resistido los embates del tiempo, de las
antes mencionadas es: la
Gloria.
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Al interior, ya nos
estaba esperando Panchito, jicarero del lugar con su agradable sonrisa, así
como Don Carlos AKA El Dientes, trabajador y mesero. Panchito nos platicó que
desde muy morro llegó a laborar este lugar y de inmediato supo que su camino en
la vida era ser pulquero, de eso hace ya
más de 30 años.
Los asistentes
pasaron a ocupar sus asientos a lo largo del amplio espacio. Otros se dirigían
al baño y la barra se veía invadida por jóvenes amantes del licor blanco, de la
leche de Mayahuel, aunque no precisamente fuera de color blanco dados los
sabores del curado: avena, apio y limón. Por cierto, en la barra se destacaba un tremendo molcajete que
contenía un rico pico de gallo pa’ taquear duro y tupido.
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Ahora sí, contando
con rocola, el asunto se empezaba a
prender de lo lindo. No pasó mucho tiempo para que algunos parroquianos del
lugar se integraran al ambiente que genera el tour pulquero. “Panchito, súbele
a la rocola por favor”, pedían unos, mientras otros no paraban de programar sus
canciones en el moderno aparato. El pulque surgía sus efectos y
permitía, cada vez más, brotar ese
germen de alegría de quien lo consume.
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Mi teléfono sonaba y
salí a contestar. Era una chica que nos contactó por la página del evento y que
no pudo llegar a la primer pulquería por cuestiones laborales y que ahora, me
preguntaba dónde estábamos para integrarse al recorrido. Después de unas breves
pero claras indicaciones, llegó acompañada de su esposo y amigos. No fueron los
únicos que llegaron justo en la segunda pulquería aumentando el número de asistentes.
El ambiente era
realmente festivo, la gente se abrazaba, otros no paraban de bailar, otros no
dejaban de tomarse fotos con conocidos y “desconocidos”, la gente iba y venía
de los sanitarios, y por supuesto, otros no paraban de acercarse a la barra. Total, era un ir y venir constante de vasos y jarras
de sabroso pulque. A estas alturas toda la pandilla pulquera se sentía a sus
anchas en la mismísima Gloria, irremediablemente atrapados por este lugar en
donde – aproximadamente – las dos horas que pasamos, nos parecieron en realidad
muy pocas para sesear nuestro apetito fiestero. El comité organizador nos
reunimos de manera express para
planear la manera precisa de indicar la señal, para dirigirnos a la última
pulquería del recorrido. Y es que los minutos corrían y se hacía tarde. Las
tres llamadas que gritó Ulises, de poco sirvieron para que los asistentes se
alistaran para salir. ¿La manera? Salimos a tomarnos la foto grupal de la
segunda pulquería. Todos enfrente de la fachada. En perspectiva, se veía cómo
la asistencia había aumentado, incluso, una patrulla al ver a tantas personas
fuera de la pulquería se detuvo a investigar qué ocurría.
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Y aunque Panchito
salió cuando parte del tour ya estaba abordando los camiones para subir al
cuernito donde está Las 4 milpas, una minúscula comitiva regresó para la foto
con el jicarero.
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Fueron
aproximadamente 3 o 4 camiones en los que subimos “rumbo a Santa Fe”. El
ambiente festivo se percibía de camión a camión. En el que yo me fui con
algunas personas, un payaso se subió a llevar a cabo su rutina humorística,
destacando un comentario sobre la pulquería. No tardé en sacar una postal para
él, por dicho comentario digamos, poco común.
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Así pues, llegábamos
a la tercera y última pulquería de este tour, ubicada en el barrio conocido
como “El Cuernito”, muy cerquita del antiquísimo pueblo de Santa Fe. Después de
haber iniciado por las entrañas de
Tacubaya y de varias horas de trajín, concluíamos en este lugar, solitario
rincón pulquero que ha sabido sobrevivir al extremo poniente de la ciudad.
Un par de metros
antes de la pulquería, ya se veía la labor de difusión del evento en una casa
cercana. Las ganas se desbordaban ante tal hecho y el paso se apresuró. Estuvimos
encantados de entrar a este lugar con ese olor a fermentación entre ácido y
dulce recibiéndonos de golpe. Directo de Nanacamilpa, Tlaxcala, teníamos todo
este néctar a nuestra disposición. Aniceto, jicarero del lugar, no se daba
abasto… la barra estaba invadida de jóvenes que pedían curado de piña o de
avena y otros más aventurados, cubetas de natural.
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Sabíamos que la
botana sería muy especial en esta pulquería, y después de unos minutos, un
espectacular ceviche de camarón acompañado con tostadas se aparecía. No duró ni
media hora, y es que, al probar esas tostadas sólo pude expresar dos palabras:
¡Qué sabor!
Cuál sería la
sorpresa cuando después de un rato, apareció un nuevo platillo, esta vez, era
ceviche de camarón, ostión y al parecer cangrejo. Las bocas con sabor a pulque
y mariscos se acercaban a la mesa de la comida para repetir, eso sí, todos bien
formaditos.
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Una rocola de las antigüitas
pero muy escandalosa, fue suficiente para continuar con la diversión. El baile
de parejas comenzó a aumentar hasta más no poder. A estas alturas, los lazos de unión se
intensificaron cada vez más entre los asistentes. Las condiciones permitieron
que todos gustosos compartieran a una sola voz de las canciones, del baile, de
sus bebidas, ¿y por qué no? De algo más.
Como bien lo dijeran los oriundos de Tacubaya:
Sol no entiendes lo que pasa aquí
esto es la noche,
y de la noche son
las cosas del amor…
el corazón a media luz
siempre se entregara.
La gente seguía
llegando al tour, y claramente se observaba que éramos más que al principio. El
baile colectivo, los gritos, los “¡Salud!”,
los vasos que se invitaban unos a otros, la constante fila del baño de damas,
etc., eran cuestiones que nos indicaban que una vez más, lo habíamos
conseguido. Aniceto y su hija, no podían ocultar su alegría ante el ambiente
que se había gestado en la “Gran pulquería. Las 4 Milpas”.
PJB |
Porque hay que recordar que el propósito
principal de nuestros tours es dar a
conocer a las pulquerías vivientes de la Ciudad de México, de ver como aún hay pulquerías
funcionando prácticamente a lo largo y ancho de la ciudad, formando todavía
parte de las tradiciones y actividades de un México contemporáneo, “posmoderno”.
Si bien las pulquerías guardan una serie de elementos en común, cada una ellas
es diferente, tiene sus propias características, goza de una personalidad
única. Cada una ha adquirido un peso específico histórico, social y cultural que
las distingue de las demás. Vale la pena visitarlas y no dejarlas morir.
Cayó la noche y
algunos se retiraban. Otros en la mesa compartían pulque y cerveza. Aniceto nos
invitó un desempance y los flashazos
no se hicieron esperar. Al final, nos
dispusimos regresar a nuestras casas o tal vez a seguirla. El metro Tacubaya
nos esperaba para dicho fin.
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[1] AKA El
chamán de lo sexy.
[2] De hecho,
desde los días previos varias personas manifestaron que como nunca habían ido
al tour, eso les representaba una especie de impedimento porque no conocían a
nadie. Yo les comenté que todos pasamos por ese momento: siempre fuimos
primerizos y desconocidos para los demás. Al día siguiente alguien comentó en
el FB: “Llegué sólo y salí con nuevos amigos”.
[3] También conocido como el murciélago magueyero.
[4] O chile en
papas.
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