domingo, 28 de abril de 2013

RESEÑA DE LA PROYECCIÓN EN EL TINACALITO


La información que tenía a la vista en la pantalla de mi laptop no podía ser mejor. La noticia era, ni más ni menos, que El Tinacalito se vestiría nuevamente con sus mejores galas. La organización de un futuro evento estaba más que confirmada y se me había hecho llegar la invitación. Para el sábado 20 de abril tenía preparado un programa que se veía a todas luces muy sugerente para pasar una muy buena tarde: la proyección del más reciente trabajo audiovisual a cargo del Colectivo El Tinacal sobre las huestes pulqueras que habitan en esta ciudad, sabroso y refrescante fermentado de Hidalgo, rica botana en abundancia y por si fuera poco, una fiesta de cumpleaños a celebrarse. Se justificaba mi presencia. Así que sin pensarlo dos veces, de inmediato hice click en el lugar donde destacaba la palabra “participar”.

Como no hay plazo que no se cumpla, llegado el día señalado, con entusiasmo salí de mi hogar a tan prometedora cita. Después de sortear de forma temeraria los trabajos de construcción de las transitadas arterias del periférico por esta zona del poniente de la ciudad, que dice la autoridad son necesarias y útiles para generaciones futuras (pero seguramente muy futuras, pues sinceramente no se ve cuando puedan acabar) pude llegar entero a la estación del metro Tacubaya. Alrededor de 40 minutos tarde en trasladarme hasta el otro polo conocido como Pantitlan. ¡Como arreciaba el calor! Mis amigos Alejandra y Ángel, junto con un grupo de personas, ya estaban esperando; así que sin más, nos dispusimos a ponerle pies para completar lo más rápido posible el último tramo del recorrido.


Inmediatamente, al atravesar las puertas del Tinacalito, sentí como la felicidad invadía mi cuerpo, un olor a fermento delicioso perfumaba todo el ambiente del lugar. En su interior, contagiados con la misma aptitud, ya se encontraban varios camaradas de los que nos siguen a nuestros eventos de manera cotidiana, al igual, que algunos asiduos parroquianos a la pulcata. Los queridos anfitriones, la familia Canales Ortega, nos recibieron con tres curados para empezar a libar. Los sabores fueron avena, piña y jitomate; además de un pulque natural realmente sabroso. Una rica botana consistente en chicharrón en salsa verde y unos picosos chilaquiles también se disfrutaron con singular aprecio. Después de unos refrescantes tragos acompañados de una buena tanda de tacos, se dio paso a una de las actividades que se tenían planeadas. En esta ocasión, se pusieron a la venta diversos suvenires, material fruto del trabajo que ha venido realizando el Colectivo, entre los cuales había mapas, stickers, jícaras y algunas otras artesanías.

De manera simultánea, la variedad musical inició de la mano de mi amigo (conocido ahora como el “sinrasta”); con un par de monedas de 5 pesos, se encargó de poner a funcionar a la rocola. Las mañanitas, entonadas por Pedro Infante, fueron lo más indicado para la ocasión; en adelante, los ritmos se fueron alternando conforme transcurría la tarde y que servían para que el ambiente se fuera prendiendo poco a poco. Seguían los tragos para refrescarnos, pues el calor no daba tregua. De pronto, alcancé a distinguir a mi amigo Diego platicando con uno de los clientes que suelen visitar de forma frecuente la pulquería. Era el Gato Montini. ¿El Gato Montini? ¡Sí, el mismo!, aquel viejo referí de lucha libre, que después de haberle dado la vuelta al mundo por su trabajo y de estar hace algunos años viviendo en el retiro, se encontraba entre nosotros, tomando del licor de las verdes matas. Por varios minutos tuvimos una conversación muy amena con este personaje, entre otras tantas cosas, nos platicó sobre la afición pulquera de varios luchadores. ¡Vaya, de las cosas que uno se viene a enterar en el Tinacalito!


Pero lo mejor estaba por venir, era el momento de alistar todo lo necesario y dar inicio con la anunciada proyección de videos, todos obra de nuestro compañero Ángel Alemán Torres. ¡Así que a disfrutar!

Luces, cámara, llanta y rin…

Fueron alrededor de 30 minutos en los que la conjunción de imágenes, música y sonido acapararon nuestra completa atención sobre la pantalla; todo a través de una tercia de videos titulados Pulquería el Tinacalito, Celebración a la Santa Muerte y Proyecto los 400 conejos, donde tuvimos la oportunidad de conocer las emociones, pensamientos, ideas y experiencias de las personas que le han dado existencia a esta singular pulquería del oriente de la capital. Muy acertada me pareció la composición de las historias, calculadas al milímetro y que logran transmitir con fuerza su mensaje principal: personas normales que aman al pulque y la pulquería. Admirable descubrir el cariño que profesan por esta bebida de raigambres ancestrales, y por un lugar que se ha convertido en íntimo terreno donde han dejado parte importante de su vida. Al final, la reacción de la gente fue aprobatoria ofreciendo un gran aplauso por lo antes visto. Enseguida, por iniciativa del camarada Ángel, se organizó una dinámica muy amena entre los asistentes; una charla donde se pudieron compartir diversos puntos de vista relacionados con las experiencias que genera a cada uno este tipo de trabajos de investigación, que al final, tiene como objetivo recopilar información para crear un “archivo de la memoria”, donde quede plasmado para la posteridad las vivencias de nuestras queridas pulquerías que poco a poco se van perdiendo por la vorágine que provoca esta gran ciudad.


Decididos a seguir pasándola bien, continuamos dando rienda suelta a la celebración. La algarabía pulquera brotaba como espuma sobre barril y los ritmos de la música tropical dominaban el ambiente invitando a mover todo el cuerpo con una buena pareja. Mi amiga Blanca me concedió ese placer y fuimos los encargados de abrir la pista; acto seguido, todo mundo se contagio y se empezó a recrear con el mismo gusto dándole duro y tupido al baile. Para esos momentos, bajo el cobijo de las luces nocturnas del lugar, la convivencia estaba en su mejor punto. En estas condiciones tuve la oportunidad de seguir conociendo a más personas, fue el caso de encontrarme con Elizabeth Pita, la pura onda esa chava. Continuamos saboreando del pulque, jarras tras jarras seguían llegando a nuestra mesa. Los grandes recipientes colocados sobre la barra que contenían el curado, y que por la tarde se encontraban llenos, a estas alturas estaban casi completamente vacios. Ya bien encarrilados le seguimos dando gusto al gusto. De pronto, unos acordes musicales de puritita banda sinaloense comenzaron a llegar a nuestros oídos, de inmediato, hicieron que de nueva cuenta mi amiga Blanca me llevara al centro de la pista para el dancing, donde ella lucio sus mejores pasos, imagen que daba gloria verla.


El día se terminaba. La celebración había sido muy significativa y a la vez bastante intensa; solo unos cuantos de los fieles invitados quedaban en pie para continuar con la juerga. Por mi parte, era hora de retirarse, esos sí, cargado de la misma alegría con la que llegue, pero ahora, multiplicada al doble, y bien orgulloso por la marcha llevada hasta estos momentos por el Colectivo, que evento tras evento va consolidando su labor de investigación y difusión en torno a la cultura pulquera desarrollada en esta ciudad.

Quiero agradecer a todos por su estupenda compañía saboreando las deliciosas mieles del néctar nacional, pero en esta ocasión, muy en especial a mi amigo Ángel, por ser el cumpleañero.

¡Nos vemos pulqueros de corazón, alístense porque vienen más y mejores eventos!
 
Texto y fotos: Rodrigo García

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