Por: Liliana Onofre y Ulises Ortega
Los conocedores de la tradición saben que el pulque sigue arraigado en los rumbos de Zapotitlán, pues los toreos y expendios pulqueros no faltan; sin embargo, escondida por los rincones y temerosa de que alguien la vea, se halla la pulcata "El Triunfo", la última del Pueblo.
Pese a que las cortinas de acceso principal y del departamento de damas ya están cerradas, el ingreso al Triunfo es por la vivienda contigua. Por lo anterior, su identificación no es tan sencilla y así, no resulta extraño que para los que no somos del rumbo, resulte compleja su ubicación.
No obstante, conocer el Triunfo de Zapotitlán vale mucho la pena y todo lo indispensable está en su lugar: enorme molcajete, vieja rockola (en desuso y desplazada por el dvd player del jicarero), un altar bien decorado, pulque del fuerte y del dulce y, curados que se pueden tomar en jícara, algo poco común.
Además, una picosa salsa se oferta como inmejorable botana a la vez que dos mesas de madera ocupan el reducido espacio del local y para no perder la costumbre, ahora un joven encargado custodia la barra en donde también puede tomarse una huachiringa (aguardiente).
La gente que frecuenta el lugar se divierte escuchando las canciones seleccionadas por el jicarero y recordando viejas memorias que caracterizan la cotidianeidad del pueblo. A escasas cuadras de esta pulcata se construye una nueva línea del metro, quizá este haya sido uno de los tantos temas a discusión de los clientes, sin embargo albur y el buen cotorreo discurren a diario entre vaso y vaso, para sentar la cabeza o tal vez sólo para pausar el mordisco que la ciudad le da a Zapotitlan.
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